🏌️ El día que un cliente lloró al pegarle por primera vez a una bola de golf
Era martes. Hacía viento. Y él venía con cara de no saber qué hacía allí. Sesenta y pocos años, jubilado, gafas gruesas, manos temblorosas y esa energía rara de quien siente que está donde no encaja. Lo trajo su hija, casi a empujones. “A ver si se anima con esto”, me dijo. No era golfista, ni deportista, ni nada que termine en “ista”. Era un hombre que había vivido demasiado para creer que todavía podía emocionarse con algo nuevo.
Me miró y me soltó:
—Yo solo quiero darle una vez. Si le doy una vez, ya me voy contento.
Y yo pensé: va a pasar algo aquí. No sé si bueno, pero algo.
Le puse un hierro corto en las manos. Le corregí un par de cosas. Le dije que no se preocupara por fallar. Que solo respirara y tirara.
Primer intento: aire.
Segundo intento: tierra.
Tercer intento: ¡tac!
La bola voló. No mucho, pero lo suficiente para que él abriera los ojos como un niño que descubre la nieve.
Y ahí pasó lo que no esperaba. Se le llenaron los ojos de agua.
Y me dijo, bajito:
—Pensé que ya no me iban a quedar primeras veces.
No es un cuento. Es el poder del golf.
Y no hablo del swing, ni del fitting, ni del palo más caro de la tienda.
Hablo de la experiencia. De lo que te pasa por dentro cuando te enfrentas a algo nuevo, con miedo… y lo superas. Aunque sea solo una bola.
Por eso creé esto. No para vender clases. Para crear momentos.
Hay quien viene para mejorar el handicap. Hay quien viene para pegarle más largo.
Y hay quien viene, sin saberlo, a reencontrarse consigo mismo.
¿Tienes palos? Genial.
¿No tienes ni idea de por qué el putt se llama así? Mejor aún.
Solo tienes que venir con ganas de algo diferente.
Yo me encargo del resto.
📞 ¿Te vienes a probar? Aunque sea solo una vez.
Estoy preparando una serie de clases para gente que no se ve en un campo de golf... pero siente que algo le llama.
Nada de tecnicismos. Solo ganas, confianza y una bola que vuele.
👉 Escríbeme por aquí y dime: “Quiero mi primera bola”
Y te reservo un hueco.